Señor, hágame el favor, aunque a usted mucho le cueste, aunque no resista más el hediondo ambiente que lo rodea, aunque lo inunden circunstancias que lo sobrepasen, aunque sienta que está más allá de su cegada voluntad, por favor, si es tan amable, no pierda la cabeza.Por más que el mundo parezca conspirar en su contra y que nada le salga como usted quiere, téngala siempre a mano… o a cuello, mejor dicho. No sea cosa que un día se dé cuenta de que una flor es una flor, de que el agua moja porque es lo que sabe y lo que le gusta hacer y de que el Sol es el Sol y siempre va a brillar; y usted sienta esas felices e irremediables ganas de comprarse un sombrero, y no tenga dónde ponérselo.
Texto de Pablo Boye